Mis padres siempre me inculquarón el ser una persona educada, y que valorare siempre el trabajo bien hecho (aún no siendo el de uno), además de muchos otros valorares, que si soy sincero, en muchas ocasiones no cumplo, y no quiero que sea este caso.
Ha llegado un momento en el que, los niños con los que empezaste hace ya 16 años, se transforman en adultos «en pañales», los cuales aportan grandes cosas y los ves como adultos con ganas de comerse el mundo y de emprender grandes empresas. Y ese es el momento que hay que dejar que echen a andar, y que aprendan de sus propios errores sin que estemos los adultos, con nuestras experiencias, cuidando de ellos.
Vi esta oportunidad, en esta competición, y le dije a los chicos que se organizasen si querían participar. Ellos solos, nombraron a sus delegados, a sus competidores, y a un organizador que ha echo posible este viaje. Natalia, una de las más viejas en el grupo, fue la encargada de comprar billetes, organizar hoteles, recoger la documentación, entregarla en su tiempo y forma y de organizarse con los catorce miembros que formaban esta expedición. Si hay algo que me gusta más que ver a los judokas crecer como deportistas, es verlos crecer como personas.
Natalia pese a los nervios propios de su competición, se sacrifico por el grupo, llevando el peso de la organización de este equipo, y que ha conseguido llevar buen puerto. Feclicidades Natalia, por tu puesto en la competición, y por el puesto que has conseguido en el corazón de todos los que participarón en el evento, los cuales saben las horas que les has dedicado a hacer que esto sea posible.
Por otro lado, una cosa que me enseño mi padre, era a no coger lo que no era mío.
Sería una falsedad por mi parte decir que el mérito de que los chicos tengan el nivel que tienen es solo mío. Hay varios miembros del equipo, que han creído en los chicos y que los han apadrinado en los entrenamientos, provocandoles que crean más en si mismos, y sacándoles lo mejor de ellos en cada combate.
Enrique Quintero, ha sido el gran revulsivo de este equipo de competición, que les ha sacado la seriedad, el compromiso la entrega y la garra, dirigiendo unos entrenamientos increíbles que han hecho de los chicos estén en la forma que están. Gracias a él, el equipo ha cambiado su carácter y su forma de ver el Judo, haciendo que sean mucho más competitivos.
Por otro lado, otro compañero, Jon Uli, trasmite en cada entrenamiento sus conocimientos adquiridos en el norte de la península, de donde es oriundo, y que nos hace ver con sencillez, aspectos tácticos y técnicos de los combates que normalmente pasamos por alto, y que tienen gran valor, y que si no hubiera alguien para decirlos, se pasarían por alto.
Este tandem, más todos los compañeros de tatami, que no faltan a los entrenamientos; judokas en las sombras que no se nombran pero que tienen rostro para estos competidores, que hacen que unos pocos destaquen a costa, de muchos combates que estas personas anónimas aportan a cada uno de sus entrenamientos, hacen que un club humilde como el nuestro,; para mi, sea un lugar maravilloso y mágico, donde cada miembro aporta su grano de arena al club y que sirve para que un grupo de personas podamos convivir teniendo como lazo común el JUDO.