Este fin de semana después de los entrenamientos de katas, salimos para los montes de la Esperanza, en donde habíamos preparado un entrenamiento de hora y media, para ver que tal estaban los chicos.
Salimos a las 11.30 h desde el Dojo, un grupo formado por unas veinte personas entre padres y judokas. Me alegró mucho ver como algunos nuevos compañeros de tatami se animaban a este, su primer entrenamiento fuera del tatami.
Una vez más, los chicos dieron la talla, y cumplieron con su compromiso de pretemporada.
Quiero agradecer sinceramente el sacrificio que hacen los padres para que los chicos puedan participar en estas actividades, participando de esta manera en la educación física y moral de estos jóvenes judokas.